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martes, 24 de marzo de 2015

¡Como huele la primavera!

¡Como huele la primavera!

Retazos de azules asoman entre las nubes que todavía abrazan a la montaña. Hacia el sur, se divisa la tenue línea del horizonte, señalado por un mar que hoy se ve calmo, pero que en un instante puede soltar su bravura, vistiéndose con volantes de olas furiosas, que danzan al compás de los levantes. Una ligera brisa acaricia las copas de los árboles, y todos los verdes del campo relucen con un tono crujiente, sonido de la primavera que sigue agazapada, esperando el momento de salir luciendo sus mejores galas.
La lluvia ha lavado la seca monotonía de este árido invierno, y hoy se agradece una tregua para nuestros arrugados espíritus, que no andan muy acostumbrados a tanta humedad así, de seguido.
Por eso, la primavera sigue oliendo a humedad, a esporádicas barbacoas en campos cercanos, a humo de chimenea noche sí noche no, a incienso de iglesias, a cera derretida, a escapadas a playas cercanas para empezar a sentir el sonido de las arenas bajo los pies. Huele al aroma de las flores que empiezan a desparramarse por balcones y terrazas, entremezclados con los olores de la cal nueva de las fachadas, y del suavizante de ropa en las azoteas con trajes de faralaes que compiten en color con los azules y rojos de los atardeceres.

Huele a volantes y lunares, a aromas de pinchitos de feria, al sudor de caballos y jinetes cruzando marismas para ver a una virgen; huele  al miedo de cuerpos caídos en playas oscuras al amparo de las noches primaverales.
También huele a la excitación de nuestros jóvenes estudiantes que se anticipan a los días de asueto que se acercan, una semana completa, que no será muy santa para algunos.

Y sobre todo huele a esperanza, porque es la primavera el tiempo de renacer, de temporadas de trabajo, de viajes, de ferias y verbenas, y de eso sabemos un montón los andaluces, que no dejamos ni un pueblo en toda nuestra extensa geografía andaluza donde no se celebre la llegada de la primavera.

Atrás dejaremos las frustraciones del invierno, el frío, las pocas expectativas de todo, las últimas celebraciones de navidad, los carnavales, nuestros muertos, conocidos o no, que ha habido muchos, todo lo taparemos de nuevo con el enorme manto coloreado y vivo de nuestra bendita primavera.

Arrancaremos sonrisas de entre las nubes cuando nos den un respiro, nos agarraremos a clavos ardientes, y vestiremos cada día un color, saldremos más a menudo, las terrazas de bares y restaurantes irán paulatinamente llenándose de gente bebiendo cerveza, los paseos marítimos comenzarán con sus trasiegos de mercadillos y paseantes, y lo mismo que las afanosas hormigas y abejas, todos nos pondremos en marcha una vez más a la voz de orden que nos envía la primavera, sacudiéndonos nuestra piel de oso invernal, para volver a lucir nuestras carnes morenas, como símbolo de la libertad total y suprema como individuos, sin más apretadero de ropas y abrigos incómodos, que son el lastre más pesado del que ya parece ser un lejano invierno.

 Podría decir que en esta primavera también he olido a miedo y frustración, a dejadez e insidia, a una abúlica apatía, a resignación. Todo ello cubierto por un falso entusiasmo político, que a los ojos de quienes lo hemos visto desde fuera, nos ha parecido más un pulso contra sí mismos, que a mi juicio, no ha llegado a convencernos en verdad, a ninguno de los que fuimos a votar este pasado domingo, que era de todo menos primaveral.

El gris del día impregnó hasta a los pequeños sobre verdes que dictaminarían que partido sería el que nos representase en el parlamento, y parece que quisiera quedarse más tiempo, porque nadie parece estar contento, ni siquiera los del propio partido ganador, ni tampoco en los televisados debates se ponen de acuerdo sobre si el resultado ha sido bueno o malo, y todo el mundo parece estar deseando que salte otra noticia para dejar de hablar de ello.

Y como si de un deseo se tratara, las noticias se han sucedido desde la misma noche de las elecciones, separación de su pareja de un líder político, partido de fútbol desastroso para muchos aficionados, atentados en el Oriente Medio contra turistas, y como colofón, un desastre aéreo que ha acabado con la vida de muchas personas, en nuestro país y otros países vecinos.

Todo formará parte de la anestesia necesaria para que podamos volver a encauzar nuestras vidas, después de todo, ¡nos sigue gobernando el mismo partido! Y además,  ¿a quien le importan de verdad unas votaciones cuando la primavera está entrando ya por la esquina?

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Lola Orcha Soler

24 Marzo 2015.

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