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jueves, 20 de diciembre de 2012

El regreso


El rincón donde nací, Barbate. Obra propia
- ¡No me creo que llames desde El Bonillo!...

Esas fueron tus primeras palabras, como si no me conocieras. Pero al fin y al cabo eso era lo que se esperaba de mí. Todo había sido muy extraño, tenía una familia totalmente normal y una vida realmente anodina, y de repente, hace un año, a la muerte de los que creía mis padres, descubro que no sé quien soy.

Esa familia no era la mía, fui adoptada nada más nacer, y nunca tuve ningún hermano. El desconocimiento total de la noticia hasta ahora, que ya había rebasado cinco décadas de una vida, un marido, cinco hijos y tres nietos, me impactó, pero aún más increíble era el hecho de que mi verdadera madre, la biológica, la que nunca conocí ni veré jamás, también fue recogida en adopción.

Supe de ella que era manchega, de la provincia de Albacete, donde estaba enterrada, con el mismo nombre de María, y los apellidos de los que la adoptaron, que le habían prestado su vida. Sus padres, o sea mis verdaderos abuelos, no constaban en los registros de su partida de nacimiento, tan sólo la madre, cuyo nombre, incidentalmente también era María. 
Había sido  relativamente fácil dar con el lugar y el principio de todo, y ya en el pueblo supe de la increíble historia. No era tan solo mi madre la que había sido adoptada, sino también mi abuela, que asimismo fue concebida de madre soltera, y de la que no constaban datos de más familia tampoco.

Así, mi dinastía de antepasados hasta donde podía imaginar, estaba formada por una lista de cuatro generaciones de mujeres llamadas María, todas ellas sin más hijos y sin marido, sin hermanos, ni más familiares, donde coincidían conmigo misma, nacidas en un pequeño pueblo como este, con un nombre que evoca secretos y misterios desde el nacer de los tiempos, Sotuélamos, el pueblo fantasma.

Hoy he paseado por sus vacías calles, y he imaginado entre sus ruinas la algarabía de la vida que un día habitó entre los abandonados hogares de paredes rotas. He querido adivinar de entre cual de aquellos muros nació la primera mujer que era un eslabón de mi cadena. Me hubiera gustado decirle que al fin, aquella pequeña semilla que alumbró un día, había conseguido una familia, y que nunca más aquella semilla seguiría sola.

- ¡Sí, María, te llamo desde el Bonillo! avisa a tus hermanos, papá está aquí conmigo, os esperamos para este fin de semana, iremos a visitar el cementerio.


@Copyright Lola Orcha Soler
2010

1 comentario:

  1. Lola yo ya sabia que tu eras una persona especial y a la vista está muchos besos y FELIZ NAVIDAD

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